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Sin novedad en el frente. Diario del confinamiento, día 24: La pandemia de las ‘fake news’


Desde que me dedico al mundillo de la comunicación he tomado la determinación de no creerme nada de lo que me cuentan, y de lo que veo… tampoco. Ni siquiera la mitad. Hay tantas falsedades circulando por el mundo que ha llegado un momento en que uno no sabe muy bien a qué atenerse. ¿Será cierto lo que cuenta aquel vídeo, aquel meme, aquel rumor?

Las ‘fake news’ (noticias falsas) siempre han existido, al igual que siempre ha existido propaganda, basada en informaciones falsas, o medias verdades, o en verdades deformadas y edulcoradas. Entre los hombres ilustres del pasado, de hecho, hay algunos propagandistas notables. Uno de ellos es, por ejemplo, Julio César, que escribía sobre sí mismo en tercera persona como para ganar distancia con el personaje y parecer más objetivo. Otro gran propagandista fue Ptolomeo, que no es que se inventase algunas noticias para afianzarse en el poder, es que se inventó una religión entera (y coló).

Lo que ocurre es que, en la era de internet y de las comunicaciones, las noticias falsas circulan a mayor velocidad que el viento. Y todos tenemos cierta tendencia a creernos, al menos de primeras, las cosas que nos llegan al teléfono móvil. Hay que dotarse de un gran espíritu crítico para frenar en seco nuestra natural credulidad inicial y poner las cosas en duda. A fin de cuentas, la civilización humana se ha construido a base de contarnos historias unos a otros, a base de contarnos relatos reales o ficticios sobre nuestras sociedades, los reyes, la riqueza, los estados, el dinero… ¡qué hay más ficticio que el dinero, sobre todo en el S.XXI, cuando consiste básicamente en apuntes bancarios digitalizados!

Pero me estoy yendo del tema. Con la maldita pandemia en la que estamos enfrascados, me temo que ha venido una segunda pandemia, la de las noticias falsas. Unas creadas con evidente intencionalidad política o instrumental. Otras, simplemente, con el afán de enredar o producir unas risas. Hay noticias falsas sobre muchos temas, pero lo que más llamativo me resulta es cómo circulan algunas, tan rematadamente pobres, que basta una visita a la Wikipedia para desmontarlas.

Pongamos, por ejemplo, este pequeño montaje fotográfico.


Según dice ahí, lo que está pasando ahora era perfectamente previsible, porque con un patrón inexorable de 100 años, se produce una pandemia mortal.

El problema es que es falso. Que consultando la página de pandemias de la Wikipedia, se puede apreciar que no es que haya una epidemia cada 100 años, sino que hay muchas más. También se puede ver que se ha retorcido la información con las fechas. La Gripe Española, por ejemplo, comenzó en 1918 y no en 1920 (ahí terminó, de hecho). Se puede comprobar que solo en el Siglo XX ha habido otros brotes epidémicos importantes como la Gripe de Hong-Kong, en los años 60, y un gran brote de cólera en América Latina en los 90.

Y puestos a contar verdades, la gran pandemia de Peste Negra en Europa ni siquiera ocurrió en el Siglo XVIII, sino en el Siglo XIV. Empezando allá por 1346 o 1347, la plaga se llevó por delante al 40% de la población europea. Y desde entonces hasta finales del Siglo XVIII ha sido una enfermedad recurrente.

Ese montaje es un compendio de trucos del enredador oficial. Básicamente, cojo los datos que encajan con la idea preconcebida que voy a contar (y si no encajan, los encajo a martillazos, total ¿quién se va a dar cuenta de que he cambiado alguna fecha?), descarto todos los datos o piezas de información que no encajan con la teoría que voy a sacar al mercado (por ejemplo, no digo nada de las pandemias en otras fechas), añado unas fotos dramáticas y espero que la credulidad y el ansia de los ciudadanos propague el bulo, como se propaga un virus, multiplicándose a cada paso.

Ante esta avalancha de bulos, creo conveniente dar algunos consejos oportunos:

  • No distribuir memes e informaciones que recibas por Whatsapp sin haberlas contrastado (al menos, con la Wikipedia)
  • No confiar en fuentes no identificadas.
  • No creerse los textos que empiezan con: es curioso que…; no soy un experto, pero…; dicen que…; los expertos aseguran que… (que identifiquen de qué expertos hablan, por lo menos)
  • No sacar conclusiones generales de observaciones particulares y menos si ni siquiera has sido testigo de la observación. Por ejemplo, si te dicen que la tía del hermano de la cuñada, que tiene 80 años, todavía hace puenting, no puedes sacar la conclusión de que las mujeres de 80 años pueden hacer puenting sin riesgo.


Lo que sí hay que hacer es distribuir la información contrastada que periodistas que se han ganado el prestigio a pulso, se esfuerzan por contar todos los días. No voy a mencionar nombres, porque son muchos y me puedo dejar algunos importantes en el tintero. Pero afirmo que, en muchos de los medios más renombrados de este país, y también en medios más pequeños y digitales, trabajan muchos periodistas que se dejan la piel por contrastar la información. Contamos con periodistas que tratan los temas médicos y científicos con muchísimo rigor, profesionalidad y objetividad.

En ellos sí que puedes confiar.

Un día más, no hay novedad en el frente.

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