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Sin novedad en el frente. Diario del confinamiento, día 49: ¡Inmunes!


Es prematuro decir que se ha conseguido ya doblegar la curva de los contagios. Cierto que las tasas son mucho menores que hace un mes y que noticias como el cierre de los hospitales provisionales y el levantamiento de ciertas medidas del confinamiento nos ofrecen una cierta sensación de victoria. Pero ¡cuidado! El riesgo a un repunte sigue estando latente.

En este contexto, me guardaré mis comentarios sobre el hecho de organizar un evento público para celebrar el cierre del hospital del IFEMA y que nuestros políticos locales aprovecharan la ocasión para hacerse fotos repartiendo bocadillos desde un foodtruck. No debió ocurrir, y punto.

Puede que haya pasado la etapa más crítica de la emergencia médica, pero quedan curvas por vigilar y por doblegar. En primer lugar, debemos ser consistentes en nuestras actitudes para conseguir que las tasas de contagio se mantengan por debajo del 1 (que una persona no contagie más que a otra, para evitar el crecimiento incontrolado de la enfermedad). Y quedan las incógnitas sobre cómo será el comportamiento de la enfermedad en los próximos meses. Sospechamos que el calor lo aplacará durante el verano, pero realmente no lo sabemos seguro. También hay miedo a un rebrote potente el próximo otoño, y conviene estar física y mentalmente preparados para afrontarlo.

La buena noticia (por no decir excelente), que he sabido hoy gracias a la consistencia de El Economista en la búsqueda de buenas noticias todos los días, es que los científicos y médicos de Corea del Sur confirman que una vez pasada la enfermedad, se produce inmunidad en el individuo. Los 260 casos en los que se habían registrado “positivos” en gente que ya se había curado parece que tienen una explicación en restos inactivos de los virus que quedan en el organismo, pero el individuo queda inmunizado. ¿Por cuánto tiempo? No lo sabemos, pero se especula que sea al menos por un año. Esto, unido al desarrollo de una ansiada vacuna y a los avances en los tratamientos, permitiría gestionar la enfermedad como se hace con la gripe estacional.


Hay una esperanza, pues, muy bien fundada que apunta hacia una mejora sustancial de la situación. Pero ¡ojo! Todavía no somos inmunes. La inmensa mayoría de nosotros no sabemos si hemos pasado la enfermedad –de modo asintomático o con síntomas leves-. No sabemos si esas toses, esas fiebres, esos dolores de cabeza que tuvimos hace algunas semanas eran Covid-19, una gripe, un resfriado o un ataque de alergia.

Y no sabemos qué grado de inmunidad colectiva (la inmunidad del rebaño) se puede haber conseguido. Esa es una información clave que depende de hacer miles de tests que aún no se han hecho.

En todo caso, toca también preocuparse por las otras curvas del camino: la de la crisis económica, la de la emergencia social, la del desempleo desbocado, la de la caída del Producto Interior Bruto, el desastre del sector turístico…

Doblegar y amaestrar estas curvas va a requerir de un esfuerzo concertado y colectivo. Nuestros políticos, de todos los colores y en todos los niveles de la administración, han demostrado en general no estar a la altura del esfuerzo que ha realizado la sociedad. Pero a nosotros nos toca seguir esforzándonos.

Podemos llegar a ser inmunes al Covid-19, pero no lo somos a sus consecuencias. Nos toca seguir centrados y enfocados en una inmensa tarea social y colectiva.

Os deseo buenas noches y un gran y largo fin de semana, en el que espero que todo siga sin mayor novedad en el frente.



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Comentarios

Antonio Lorenzo ha dicho que…
Muchas gracias también por tu consistencia. Abrazo grande. El Lorenzo